El Evangelio de Van der Laan según San Maradona por Jesús Bermejo Goday

Tuve contacto por primera vez con la obra de Van der Laan, precisamente con la versión francesa “Le nombre plastique”, a través de mi trabajo con el arquitecto chileno Juan Borchers, hacia los primeros años de la década de los 60. En su obra Meta arquitectura (*), Borchers, interpretando a Van der Laan, considera que “la extensión arquitectónica puede pensarse compuesta de tres zonas de relación” determinadas por las potencias sucesivas de 7, desde 71 hasta 74 , “donde 74 es el TODO y 7 la UNIDAD INICIAL”. La aplicación de estos principios fueron constantes en nuestros trabajos.

Más tarde, en la práctica docente, al intentar transmitir a mis alumnos la relación entre las partes y el todo, en un proyecto, en una obra construida o simplemente para poder organizar jerárquicamente un dibujo dentro de los límites de un papel, he tratado de apoyarme en el juego de estas tres ”octavas”, por asimilarlas a la música, fuera de las cuales quedan excluidas, por exceso o por defecto, las magnitudes no incluidas en ellas. Así las dimensiones correspondientes a la zona más cercana al todo, serían partes constituyentes y esenciales de él, las de la zona más cercana a la unidad serán partes constituyentes de su diseño, y las de la zona intermedia tendrían una función plásticamente conformadora con ese todo. Las magnitudes situadas fuera, no serían tomadas en cuenta. Claro está que cualquier elemento intermedio puede constituirse en un nuevo todo, o una nueva unidad, y generar el desarrollo de otras tres zonas semejantes.

Para hacer sensible este juego de relaciones he utilizado frecuentemente un símil basado en el juego del fútbol, algo en general bastante accesible a la imaginación de los estudiantes de turno.

Para ello tomaba como unidad, u, la esfera del balón de reglamento, cuya circunferencia máxima debe estar comprendida entre los 68 y los 70 cm, es decir un diámetro, con una aproximación media, de 0.22 m. A continuación puede plantearse su relación con distintos tipos de jugador, fácilmente discernibles incluso por su sola estatura física. Por una parte, jugadores hábiles, dominadores del balón y casi identificables con él, donde el balón es casi una prolongación, sino algo constituyente, de su propio cuerpo, e inmediatamente vienen a la memoria nombres como Maradona (1.66 m de altura) o Messi y Garrincha (1.69), donde el balón es apenas algo menor que la séptima parte de su estatura. Por otra parte, existen jugadores donde la pelota es utilizada y usada, bien o mal, pero como algo  ajeno que puede ser utilizado con precisión o fuerza: por poner un nombre de actualidad Ibrahimovic (1.95 m de altura) o el mismo Cristiano Ronaldo (1.85 m).

Un lance, que tiene  su reflejo en un punto especialmente dramático del juego, desde donde se ejecuta la pena máxima y donde en torno al cual se crean las situaciones de peligro más intensas, es el penal. Una distancia no más grande que la altura de cualquier jugador multiplicada por 7. Es decir que incluye dentro de un escenario, definido dentro de esa magnitud como un todo, a todos sus actores, como partes constituyentes y esenciales del drama a representar. Según reglamento, la distancia del eje de la portería (también ella incluida en el mismo juego dimensional, 7.32 x 2.44) es de 11 metros.

Si pasamos al siguiente ámbito que abarque esta magnitud fatídica como componente unitario, obtenemos una magnitud vecina al ancho del campo de juego, fijado entre 64 y 75 m para partidos internacionales. Precisamente el ancho, y no el largo (entre 100 y 110 m), pues es este ancho el que determina el escenario apto para cada tipo de juego (defensa, ataque, medio campo) donde intervienen los actores determinantes, incluyendo, si se quiere, los propios guardalíneas dada la importancia de los fuera de juego.

Una dimensión menor, como podría ser una bola de golf abandonada en cualquier lugar del terreno de juego, no tendría absolutamente ningún significado, ni sería causal como para interrumpir un partido, lo que sí lograría, como alguna vez ha ocurrido, la presencia de un conejo a la carrera.

El cuadro numérico que acompaño, quizá ayude a la comprensión de esta anécdota expuesta con un carácter de aproximación elemental.

Jesús Bermejo Goday, Universidad Alfonso X el Sabio.

Notas: (*) Juan Borchers. Meta arquitectura. Mathesis ediciones. Santiago de Chile 1975.

3 comentarios

  1. belen escribió el 5 de julio de 2012

    Es fantástico el artículo. es una pena que los números estén movidos.
    Enhorabuena

  2. jesus Bermejo escribió el 5 de diciembre de 2015

    No, no están movidos: si 7 elevado a 0, igual a 1, igual a 0.22;
    7 elevado a 1, igual a 7, igual a 1 x7,
    igual a 0.22x 7, igual a 1.54

    1. jesus Bermejo escribió el 26 de diciembre de 2017

      Ahora sí, se corrieron, las potencias se han convertido en subíndices.

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